lunes, 1 de febrero de 2010

DIARIO DE UN AMIGO IMAGINARIO. Capítulo 1

Sentía los pies y las orejas heladas. Y le dolían. Sobretodo los pies, que estrenaban unas ridículas botitas de charol, inadecuadas para una fría mañana de invierno. Fijaba su mirada en un oscuro e interminable hueco abierto en un muro, en el que dos hombres se esforzaban en introducir una caja de madera. No le parecía el lugar más adecuado para descansar eternamente, pero no se atrevió a llevarle la contraria a la Hermana Julia. Notaba la presión de su huesuda mano sobre el hombro, y de vez en cuando la oía susurrar tu madre ya te observa desde el cielo. Había un hombre de espaldas al sol siguiendo la escena desde la distancia. No estaba triste, o no más de lo habitual, y trataba de parecer todo lo solemne y madura, que sus recién inaugurados seis años le permitían. Aunque a ella, todo este proceso, le recordaba a cuando no te atreves a deshacerte de unos queridos zapatos viejos, y los entierras al fondo del armario, en una caja que no les pertenece.

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